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La cuerda para el shibari

 

 

La cuerda es parte del espíritu del atador

 

En la práctica del shibari, la cuerda no es solo un instrumento físico, es también el hilo conductor de la energía, los sentimientos, las sensaciones y el alma del atador para con su modelo y para con el cosmos. Es por ello que se le deba un gran respeto y cuidado.

 

Así pues, no está bien visto tocar las cuerdas de otro atador, alcanzárselas, recogerlas, etc… Y se considera un gran insulto imperdonable pisarlas.

 

 

 

Tipos de cuerda

 

Cada tipo de cuerda tiene su propia “velocidad” con la que se puede trabajar con ella sin ejercer molestias o quemaduras a la hora de deslizarlas, manejarlas o presionar, rozar o acariciar al modelo.

 

  • Nylon: muy popular, disponible en casi todos los sex-shops y tiendas de bricolage en infinidad de colores. Tacto aparentemente suave, pero bastante lenta y de roce incómodo. Puede provocar quemaduras en la piel. Nada aconsejable.

 

  • Hempex: Cordón trenzado hueco de polipropileno MFP es un material artificial parecido al nylon con ligeras ventajas sobre este. Es de alta resistencia y se encuentra en múltiples colores, incluso una imitación al cáñamo. Es lavable y conserva sus propiedades cuando se moja. Es muy práctico para anclar los materiales de suspensión en lugares abrasivos (tsuri shiro) así como para ataduras en agua. Igual que el nylon, nada aconsejable sobre piel.

 

  • Algodón: muy suave al tacto y de alta velocidad. Como parte negativa es su poca resistencia y que es muy elástico, lo que provoca que las ataduras pierdan tensión con el movimiento y que los nudos se aprieten mucho con la presión, costando luego deshacerlos. No es aconsejable salvo para usos sencillos y puntuales.

 

  • Cáñamo y Yute: materiales tradicionales del shibari japonés. Si están adecuadamente tratadas son unas cuerdas excepcionales, impresiona su tacto, su olor y su velocidad de manejo.

 

  • Seda: Un auténtico lujo asiático. Carísimo.

 

 

 

Longitud y calibre

 

Aunque es muy tentador los altos grosores en el shibari fotográfico, hay que tener en cuenta que contra más gruesa es una cuerda, más voluminoso serán sus nudos y más presionarán, marcarán y dolerán al modelo. Por otro lado, una cuerda muy fina se ceñirá demasiado en la piel del modelo resultando también muy incómoda.

 

Las medidas de grosor tradicionales son de 5mm ó 6mm para las ataduras (trabajando a doble cuerda) y de 8mm para las líneas de vida en la suspensión.

 

En cuanto a la longitud, esta debe depender de la atadura que vayamos a hacer, de la envergadura del modelo y de lo que sea cómodo al atador para su manejo. Evidentemente no podremos tener un juego de cuerdas distinto dependiendo del trabajo que vayamos a hacer y sobre qué modelo, así que hay que buscar un estándar.

 

Para ser totalmente fiel a las tradiciones japonesas, la medida estándar se calculaba sobre la medida del tatami estándar, que trasladado a cuerdas da algo menos de 6 metros. Pensando en la comodidad de manejo por el atador, los hay que dan la longitud de cuatro veces su envergadura (de mano a mano con los brazos abiertos). Para el tamaño medio de los modelos en occidente, el estándar que se usa es de 8 metros de largo.

 

A la hora de cortar las cuerdas, es importante rematarlas con un nudo para que no se destrencen y pierdan toda la tensión. Es importante que este nudo no sea muy gordo para que no te bloquee las cuerdas cuando las estas pasando en medio de una atadura, pero tampoco tan fino que impida sujetar la cuerda al unirla con otra o al finalizar la figura.

 

 

 

Preparación de la cuerda

 

Los procesos de acondicionamiento de la cuerda son largos, laboriosos y requieren de cierto espacio. Pero la ventaja de preparar tu propia cuerda es que tendrá ese tacto peculiar que buscas.

Hay tantas formas de tratamiento de cuerdas como atadores, ya que es un proceso muy personal que dan el resultado que cada atador busca.

El siguiente proceso es para cuerdas de cáñamo. Las cuerdas de yute deben tratarse prácticamente igual pero esmerándose en el mimo y la delicadeza de su elaboración.

 

Una forma de preparar la cuerda es la siguiente:

 

  • Hervir las cuerdas: Las cuerdas brutas pueden traer aditivos químicos añadidos por el fabricante para preservarlas del clima y de bichos. Hay que eliminarlo y para ello les daremos un corto hervor. Lo suficiente para ver los restos flotando en la superficie. Aclararlas después en agua fría.

 

  • Secar las cuerdas: se deben secar estiradas y con tensión para que recupere su longitud y no pierda su trenzado. Cuélgalas en un sitio aireado sin sol durante unos cuatro días. Aunque parezcan secas pueden estar aún húmedas en su interior. Vigila la tensión durante todo el proceso.

 

  • Romper la fibra: La resistencia de una cuerda viene marcada por la longitud de las fibras que la componen (más largas más resistencia), el número de hilos que la forman y la densidad de su trenzado (número de vueltas por cm) ... Esto hace que cuerdas con "fibra larga" sean un poco más rígidas al principio, difíciles de manejar. Para suavizarlas se pasan varias veces por una superficie roma no abrasiva (por ejemplo, una pata redonda de un mueble) manteniendo la tensión para quebrarlas y ablandarlas.

 

  • Quemar la cuerda: A las cuerdas les salen pelitos de fibra. Al quemarlas, quitaremos ese exceso de fibra que restaría velocidad a la cuerda, serían molestos sobre la piel de la persona atada y acabaría dejando el suelo y la ropa perdida de pelos. Usaremos para ello una llama azul (gas) ya sea de un camping-gas, una cocina o un soplete de cocina (no es recomendable la llama de una vela porque tiznarán la cuerda de hollín). Se pasa la cuerda por el fuego con rapidez y cuidando no quemar la propia cuerda.

 

  • Encerado: El encerado tiene dos funciones, facilitar el manejo de la cuerda ayudándola a deslizarse, y protegerla prolongando su vida útil. Se puede utilizar cera de abeja (preferiblemente), o ceras vegetales. Se aplica una pequeña cantidad de cera a la cuerda frotándola con un trapo de material natural ligeramente encerado, cuidando que no penetre en el interior de la misma. Las ceras con el tiempo se ponen rancias, y no queremos que la cuerda huela a rancio. Este proceso sólo se hace una vez, antes de utilizar la cuerda por primera vez. No se suele repetir a menos que tengamos que lavar la cuerda.

Es un método largo, laborioso y molesto pero no encontrarás otra cuerda como esta.

¡¡¡ ES TU CUERDA !!!

 

 

 

Mantenimiento de la cuerda

 

Aceitado: Una vez hemos utilizado un par de docenas de veces la cuerda encerada conviene empezar a cuidarla. En este caso buscamos que los aceites que vamos a emplear sí lleguen al corazón de la cuerda para actuar en todo su cuerpo.

 

Se suelen perseguir varios fines al acondicionar una cuerda:

  • Olor: impregnar las cuerdas con aceites aromáticos que suelten todo su aroma al recibir el calor de un cuerpo.

  • Higiene: Aceites que actúan como bactericidas. Las cuerdas entran en contacto con fluidos, con el suelo, recogen células de piel muerta, cabello...

  • Cuidado: Hay aceites que protegerán a la cuerda de los rayos UV, de los cambios de humedad, o del mismo desgaste... no está de más mimarlas.

 

Para medidas y dosis, la mejor referencia que puedes tomar es tu propia piel cuando te das un aceite o una crema. No debe quedar ni seco ni grasiento.

 

 

Lavado:

Con el uso, la cuerda ha pasado por el suelo, por pieles y sudores y, quizás, por otros fluidos o materias que la ensucian. Es hora de darles un ligero lavado.

Para lavar las cuerdas no hace falta complicarse mucho. Mételas en una funda de ropa o en una funda de almohada y ciérrala para que no se salgan... mete la funda en la lavadora o lavaplatos, pon el programa más suave y corto, con el agua fría. Sin jabones ni detergentes. Con este proceso las cuerdas soltaran en el agua la porquería, y no sufrirán excesivamente en el tambor de la lavadora.

Pero la mejor forma es a mano, en agua templada, empleando un poquito de detergente suave, de los recomendados para lana y aclarándola muy bien, para garantizar que se eliminan todos los restos de detergente y otros productos químicos que pueda haber recogido la cuerda.

Sécalas como hiciste la primera vez y, si después ves pelillos, dale un quemado rápido y un encerado.

 

Retensionar la cuerda:

El uso de la cuerda provoca su desgaste y pierde tensión y torsión. Utiliza el sentido común para saber cuando retirar una cuerda.

En cualquier caso, y aunque es poco aconsejable, puedes alargar un poco la vida de tus cuerdas "retensionandola". Os dejamos aquí un enlace de como hacerlo.

https://www.youtube.com/watch?v=9X6mQuoHVus

Almacenamiento:

La mejor manera es colgarlas de una vara o una percha, estiradas, en un sitio fresco, ventilado y protegido de la luz solar.

Si el uso es relativamente frecuente, puedes guardarlas en madeja sin nudos apretados en bolsas de algodón cestas de mimbre u otro sitio de material natural y/o ventilado. NUNCA en plástico o te las encontrarás enmohecidas y echadas a perder.

 

Hay infinidad de métodos para tratar las cuerdas. Si el que os hemos descrito no os convence, os dejamos algunos enlaces:

https://www.barcelonashibaridojo.com/tratamiento 

https://www.youtube.com/watch?v=XcU6-Fr6fiA&t=29s

https://www.youtube.com/watch?v=D4W4Sywn5qc

Como tratar la cera

https://www.youtube.com/watch?v=sYTFaj9gl5o (no apliques la cera a la cuerda como en este enlace, es un exceso)

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Cuida tus cuerdas, tenlas bien guardadas, bien enrolladas, limpias, evita que anden por el suelo, mata a quien las pise... son tu vínculo con la persona atada y tu carta de presentación como atador.

 

OJO, desconfía de medios de venta mayoritarios, (Aliexpres, Amazón…), ni de precios sospechosamente baratísimos, cuerdas no etiquetadas, que no ofrecen ninguna garantía ni sobre el origen de la planta, nula información sobre el proceso, ni sobre las propias características técnicas del material (año de producción, tipo de trenzado, variedades empleadas).

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